Por si las emociones no eran pocas, fuimos a la plaza para conocer al resto de participantes del campo. Seguían los nervios, pero cuando les vimos en la plaza con las pancartas y esperándonos con tanta alegría, los nervios se transformaron en ilusión. Nos fuimos presentando y fueron ellos los que nos enseñaron cómo de gratificantes iban a ser estas dos semanas.
Tras muchos abrazos y besos comenzamos con algunas dinámicas de grupo y actividades que nos permitieron conocernos un poco más. Bailes, canciones, saludos... Una experiencia impactante porque, para algunos de nosotros, este era nuestro primer contacto con personas discapacitadas. Fue muy gratificante ver las sonrisas y el cariño con el que nos recibieron y cómo se implicaban en lo que proponíamos.
Ahí acabó nuestro día, cansado pero emocionante por las puertas que se nos abrían a la experiencia que viviremos estas dos semanas.
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