sábado, 22 de julio de 2017

A flor de piel

Sentimientos



Durante esta semana en el campo de trabajo he presenciado varias situaciones por parte de los participantes que me han dejado los sentimientos a flor de piel. Es increíble la cantidad de cosas que podemos aprender de ellos en tan solo unas horas. Con ellos, el siguiente dicho se hace cada vez más certero: 

"Un día más, un prejuicio menos"

Y no me refiero a los típicos prejuicios asociados a las personas con discapacidad, ese tema prefiero dejarlo para otra ocasión. Me refiero a los prejuicios implantados como normas sociales que hay que cumplir para ser aceptado en este mundo que nos rodea. En esta publicación hablaré específicamente sobre unos de los perjuicios más normalizados en nuestra sociedad: la expresión de los sentimientos. 


Los participantes me han hecho pensar intensamente sobre este tema. Ellos no están obligados a seguir ninguna de las estúpidas normas que se nos han implantado. Son personas puras que muestran sus sentimientos tal cual les llegan. Pueden pasar del amor al odio, de la risa al llanto, del te quiero al no te hablo; y todo esto en menos de una hora. Son personas que sienten y padecen, pero sobre todo, son personas que 

No se avergüenzan de mostrar sus sentimientos

Si quieren reír ríen, si quieren llorar lloran, si te quieren te lo dicen y si se enfadan te lo muestran. ¿Y nosotros? Nosotros nos callamos. Porque nos han enseñado que llorar es de débiles, que ser feliz es la norma, que ser educado es no decir lo que piensas. Que se puede decir "Soy feliz" pero no "Soy triste". Porque ser feliz tiene que ser el estado permanente en el que encontrarnos, pero estar triste solo un momento transitorio. Lo que no nos han enseñado es que 

La realidad es algo bien distinta

No nos han enseñado que los sentimientos, todos, son transitorios. Que se puede estar feliz y a la media hora enfadado o triste. Que las cosas se deben decir, de manera asertiva, pero hay que decirlas. Porque las palabras que no se dicen, no se las lleva el viento, se quedan dentro. Y luego salen, en forma de frustraciones, de depresión, de decepciones, de ansiedad, de dolores de barriga, jaquecas, vértigos, mareos, etc. Y lo peor es que para cuando salen, no entendemos por qué nos encontramos mal. ¿Por qué no seguimos aprendiendo de nuestros chicos y nos instruimos en la expresión de las emociones? 

El arte de olvidar - Iván Izquierdo

Julia Romero

2 comentarios:

Unknown dijo...

Precioso. Un beso. Mariví.

Unknown dijo...

Que precioso